
IGLESIA PARROQUIAL DE SANTA MARINA DE BALBOA
José Ignacio González Ramos

La iglesia parroquial de Santa Marina de Balboa es un edificio religioso cuyo aspecto actual es fruto diversas etapas constructivas, en ocasiones bastante alejadas en el tiempo, así como de intervenciones recientes. Es Bien de Interés Cultural (BIC) desde el año 1991.
Arquitectónicamente la planta es de una sola nave de orientación este-oeste. Su cabecera está compuesta de un ábside semicircular precedido de un tramo recto, todo ello separado del resto de la nave por un arco toral de medio punto. La nave se encuentra dividida en cuatro tramos divididos por arcos fajones; el segundo tramo, que es de mayor anchura, alberga dos capillas laterales que se abren en cada uno de los muros. Completan el edificio una torre de planta cuadrada que se sitúa a los pies y la sacristía que se abrió en su momento en el muro norte en el tramo recto que precede al ábside. La cubierta es, salvo en la torre y en la sacristía, totalmente abovedada, presentando bóveda de medio cañón con lunetos en la nave y capillas laterales, bóveda de medio cañón en el tramo recto de la cabecera y bóveda de horno en el ábside. Como elementos sustentantes, además de los muros de cierre del edificio, destacan las pilastras toscanas que sustentan los arcos.
La portada de entrada, que se abre en el tercer tramo en el muro sur, presenta elementos fundamentalmente constructivos: vano en forma de arco de medio punto enmarcado por dos pilastras toscanas sobre las que va un entablamento, rematado en las esquinas por pirámides emboladas, que a su vez enmarcan otro vano de medio punto; se trata de una antigua hornacina reconvertida en ventana. El muro sur que cierra la capilla lateral presenta un gran arco de medio punto claramente peraltado sobre impostas, y rehundido respecto al muro de cierre de la capilla.
Los materiales utilizados son la mampostería de pizarra en los muros y en la torre donde también aparecen algunos cantos rodados, y la sillería o cantería de granito en la portada y en las pilastras.
El edificio es fruto de diversas fases constructivas: una primera fase es medieval, más concretamente románica, que ha sido asignada a los siglos XII o principios del XIII, pero que probablemente sea de fínales del siglo XIII y principios del XIV. Existe una segunda fase que se corresponde con el siglo XVI, cuando es fácil que se modificase la traza románica de la nave, iniciándose la actual así como la torre. La tercera que se corresponde con los años finales del siglo XVII y los primeros del XVIII es la que prácticamente deja configurada la iglesia tal y como la conocemos, con las actuales cubiertas, aunque sigue habiendo aportaciones menores en el siglo XVIII y XIX. Recientemente, en los años 2005/06 se ha llevado a cabo una amplia labor de restauración que, por una parte, ha intentado devolver el edificio a las características previas a algunas intervenciones negativas llevadas a cabo en los año sesenta y, por otra, lo ha saneado con una importante labor de drenaje.
Escultóricamente el mayor interés se centra en el Retablo del Altar Mayor realizado en madera y que se articula en tres cuerpos y tres calles con dos entrecalles, adaptándose al ábside. La escultura exenta o de bulto redondo aparece en la calle central y en las dos entrecalles mientras que las dos calles laterales se reservan para los relieves. El autor documentado de la mayoría de este retablo, es el villafranquino Lucas Formente, constituyendo este retablo una de las muestras más características de su obra. Cronológicamente se sitúa en la segunda mitad del siglo XVI y estilísticamente en el Renacimiento, más concretamente en su segunda mitad, en la llamada fase romanista o estilo Becerra, marcada claramente por la influencia de Gaspar Becerra.
Los otros retablos son todos barrocos probablemente de finales del siglo XVII o principios del XVIII, documentándose la presencia del importante escultor Francisco López de Sisto. Entre las imágenes del período barroco destaca sobremanera la Inmaculada situada en la llamada “Capilla del Rosario” que responde al modelo iconográfico de Gregorio Fernández.
Documentalmente, aunque el núcleo de Balboa ya se menciona en el año 988 en la documentación del monasterio de Samos, la iglesia como tal se menciona por primera vez en la documentación del monasterio de Santa María de Carracedo en el año 1270 en una venta al citado centro monástico efectuada por Rodrigo Alfonso entre cuyos bienes incluye quantoherdamentomio padre avia en as iglesias de Valboa de Valcarcel (…). También figura en el año 1328 en el testamento efectuado por García Rodríguez de Valcarce, Adelantado Mayor de Galicia, en el que señala, entre sus muchas cláusulas, mando un Caliz de prata a Santa Maria de Balboa (…) Ytem mando a Santa Mariña de Balboa cenmoios de pan e quinientos maravedís praque se faia a obra, hosquaes moyos de pan eu ende tomei que deixarameu padre para fazer a Ygrexsa. Es más, en nuestra opinión, este dato, que no suele mencionarse en los estudios existentes sobre la citada iglesia, probablemente tenga una relación directa con la construcción medieval de la misma. En un arrendamiento de propiedades al monasterio de Santa María de Carracedo efectuado en 1371 se señala igualmente: conbén a seberquantasherdadesavemos en o Couto de Valbona, so signo de Sancta Marina del dito lugar (…).
Para saber más:
- García Guinea, M. A.; Pérez González, J. Mª (Dir.).- Enciclopedia del Románico en Castilla y León. León. Aguilar de Campoo, 2002: Balboa. Iglesia de Santa Marina: pp. 253-256.
- Voces Jolías, José Mª.- Arte Religioso de El Bierzo en el siglo XVI. Ponferrada, 1987; pp. 107-112; 168.171; 212; 285-289.
- Fernández Vázquez, Vicente.- Arquitectura religiosa en El Bierzo. S. XVI-XVIII. Ponferrada, 2001. 2 vol. Vid. sobre todo vol. II, pp. 633-636.
- VV. AA. El Bierzo. Arte, Naturaleza y Vida. León, 2004.